sábado, 3 de octubre de 2009

Sexualidad y abuso

La complejidad de nuestro comportamiento sexual, dice relación con la cultura, con la inteligencia, con la sociedad en que nos toca vivir, con la educación, con nuestra propia historia vital y sus diversas aristasy todo ello en interjuego con otras subjetividades. Comprendemos entonces que la sexualidad no es sólo el mero impulso biólogico con su carga libidinal en él subvertido, sino una conglomeración de significados personales, socioculturales y familiares. Múltiples variantes que dan lugar a una particular constitución psíquica, con todos aquellos elementos que han regido nuestra crianza y nuestro crecimiento. Todo esto redundará en la formación de una determina respuesta al impulso biológico sexual, de nuestra elección de objeto y de una particular orientación del mismo y la manera de vivir y buscar el placer sexual. La sexualidad surge a través del deseo erótico, que nos moviliza instintivamente en la búsqueda del placer, a través de las relaciones sexuales tanto autoeróticamente mediante la masturbación, o heteroeróticamente, orientada al encuentro sexual con otros del sexo opuesto y finalmente también puede ser, que ese deseo sexual surja hacia un otro del mismo sexo, donde ésta última condición es simplemente una más dentro de las orientaciones sexuales a las que puede adscribirse el sujeto. (no se porqué pero me acordé de manera casi instantánea del revuelo que provocó la revelación de ciertos aspectos íntimos de nuestra querida Gabriela Mistral y el dolor e incomodidad que me provocó saber que su sexualidad estaba bajo el escrutinio nacional y fue tema en todos lados). En la sexualidad debe considerarse a la homosexualidad simplemente como otra opción dentro de orientaciones sexuales que pueden o no tener lugar en la vida del sujeto. Quien tiene todo el derecho de vivirla plenamente. No quiero detenerme a comentar ni a reparar en lecciones fundamentales de sexualidad con contenidos archiconocidos, que abundan en la red y en todas partes, asumo que mis lectores, ya se han adcrito a tales conocimientos, de igual modo dejo este link para complementar cualquier duda http://es.link/... Hablar de sexualidad nos remite de facto a esa sensación pudoroza y como casi de manera instantánea nos recorre una sensación de calor de abajo hasta el rostro, que nos hace mirar de reojo paranoicamente a nuestro entorno, no vaya a ser que alguien nos vea leyendo esto y piense que somos unos desgenerados. Considero que es uno de lo temas que despierta mayor interés y es paradójicamente, en el que suele haber menor conocimiento.Chile estadísticamente figura como un país en el que acontecen una gran cantidad de delitos sexuales. Donde la falta de educación, la no información es un tremendo posibilitador del delito. La información adecuada redunda en una sexualidad abierta y sana. Debemos enseñar a los niños(as) a conocer y reconocer su cuerpo, a nombrar cada uno de sus órganos, los genitales incluídos. Un pequeño que sabe nombrar las partes de su cuerpo, ES, también un niño que tendrá mayores recursos para defenderlo.
Detrás de cada ultraje a un menor siempre suele haber un otro testigo que no puede ver, no quiere ver, prefiere rechazar un contenido inadmisible, inasimilable. pero al hacerlo deja indefensa a la criatura, inscribiéndola en la dolorosa brecha del abuso, donde el que calla, es también culpable. En mi experiencia terapéutica he visto no pocas veces, esta suerte de barrera que se forjan algunos, para evitar darse cuenta de lo que está sucediendo. Parece increible que a algunas madres, le cause más dolor y más sentido, aceptar que su esposo o pareja prefiere como objeto sexual a un hijo, a una criatura indefensa, que a ellas mismas y se sienten traicionadas, en lugar de dar protección buscan obstinadamente justificar tal acción, muchas veces culpando al niño o negando y así es que hacen vista gorda, enmascarando también el abuso. También suele darse el hecho, de que simplemente han idealizado tanto a alguien, que huyen de lo que sea, con tal de no dejar de sentir tal admiración. También en muchos otros casos, ellos mismos fueron objeto de un ultraje de parte de su padre, madre, hermano, tio ,etc. y consideran al ser interpelados que las cosas son asi y punto . De alli surge el famoso: "yo también pasé por eso" . Por otra parte y aunque resulta chocante sólo pensarlo, es preciso mencionar que no sólo el hombre abusa sexualmente, también hay casos de madres que lo hacen, quizás en menor proporción, pero esta menor proporción puede tener relación con la conflictiva que se le suscita al niño, que desde pequeño la sociedad lo inscribe en determinados roles masculinos, el machismo y otras cosas harían muy complicado el porvenir por ejemplo de un adolescente, que intentara denunciar a su madre. Es usual que cuando las parejas se separan, la madre lleva al lecho a uno de sus hijos, generalmente, éste asume el rol paterno. Consuela a la madre ante la separación y se constituye el campo abonado para el abuso. Y si la sola lectura de esta consideración nos resulta chocantemente intolerable, imagínense los umbrales de rechazo y negación que provocará al interior de la propia familia y en un miembro importante de la misma, como el abuelo, padre, madre, tio, etc. Si la sola representación mental de ello lastima, tanto infinitamente más, ha de ser el advenimiento de una verdad aberrante que está teniendo lugar en el hogar, alli dónde nos constituimos en función del amor, del sentido de la familia y de la mutua protección y respeto.
Es curioso y dicotómico si pensamos en que hay muchas mujeres que fomentan el machismo aún en estos días, en sus hogares y en la formación de sus hijos. Personalmente considero que son estos roles casi primigenios, que junto a una moral casi Victoriana aún imperante en ciertos estratos sociales, los grandes y silenciosos coadyuvantes en el surguimiento del abuso. Yo creo en el rol paterno activo, como algo fundante en la vida del niño, en la del padre, y en la familia completa. Cuando una madre se adjudica a si misma, todas las funciones de la crianza de los hijos, distancia inexorablemente al padre de las mismas, se transforma en un ser ajeno en su propia casa. Que al no tener acceso a las innumerables situaciones de interacción cotidiana, en el crecimiento y desarrollo de sus hijos, también pasan a ser seres distintos y ajenos para él, depositarios de impulsos y fantasías sexuales en el imaginario del intruso que de reojo mira. Cuando un padre es capaz de mudar a su bebé, cuando sufre en carne propia al ver por ejemplo que se le ha cocido el popín, cuando lucha junto a la madre por sacarle esos flatitos que le provocan cólico, cuando distingue el llanto de sus hijos y las razones que lo motivan, cuando es capaz de bañarlo y está vigilante de los cambios de temperatura que pudieran enfermar a su pequeño, cuando siente a su bebé como parte de su ser, de su propia carne, al que ama más que a su propia vida y le ayuda a crecer cada día, y en donde la madre siempre es parte presente e integradora, de seguro este padre inhibirá cualquier impulso sexual hacia sus hijos. El apego es un maravilloso inhibidor de los bestiales impulsos sexuales contra los niños. Asi que siempre es bueno retrotraernos a nuestra propia experiencia, corregir en función de la mejoría y abrirse a la información, que es una gran fuente de protección.

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